I) Mala gestión. Perdimos 2-1 en el primer asalto de las semifinales, quedando la eliminatoria en desventaja mínima, es decir a un único gol de superarla. El gol de Mario Gómez en el último minuto significó un jarro de agua fría para el Real, que tras haber empatado el partido no hizo una gestión apropiada del resultado favorable. Aunque después de una derrota, quizá por lo infrecuente de las mismas esta temporada, se tiende al pesimismo (sobre todo en un entorno tradicionalmente tan bipolar como el madridista) el marcador, mirado con objetividad no deja de dar fundadas esperanzas para pasar a la final.
II) Personalidad. El inicio de partido fue muy
diferente a las sensaciones finales que nos dejó. El Madrid salió al
campo con su once de gala, con la única variante de Coentrao por
Marcelo, habitual ya en visitas gordas, y el fútbol del equipo en los
primeros minutos tuvo un gran empaque. Sin salir del campo rival,
tocábamos con gran precisión, recuperábamos enseguida y creábamos
peligro, teniendo Benzema la mejor ocasión en este tramo,
excepcionalmente defendida por Neuer, quizá el mejor portero del mundo y
seguro el mejor portero de este partido. El Bayern sólo se defendía a
base de faltas fruto de la impotencia, guardándose las tarjetas y
optando por el diálogo el Sr. Howard Webb a la hora de castigarlas, cosa
estupenda sin duda, si no fuese porque en el segundo tiempo cambió el
criterio cuando se trató de amonestar a los madridistas
III) Inseguridad jurídica. El Madrid tiene un
hándicap fatal en estas eliminatorias, donde la norma no escrita es que
gana quien menos errores comete. La inseguridad crónica en los balones
parados provoca la sensación de que en cualquier momento, con
independencia de la situación del partido, podemos encajar goles. Así
fue esta vez, y en el primer saque de esquina, Ribery aprovechó un
rechace al borde del área para enganchar un disparo que se convirtió en
el primer gol del encuentro, totalmente extemporáneo a la lógica del
mismo hasta ese instante. Bien es verdad que hubo dos posibles
infracciones en la jugada, (una mano y un fuera de juego posicional)
pero estamos en lo de siempre, temblando cada vez que nos enfrentamos a
las jugadas de estrategia. Y así no hay manera. Ahora se puede culpar a
un jugador u otro, yo sin ir más lejos pienso que el problema de fondo
es que Casillas no domina su área, pero es innegociable resolver (o
atenuar) este problema, si no queremos estar permanentemente expuestos a
una eliminación o a la pérdida de puntos.
IV) Intercambio. Con el gol en contra perdimos ese
carisma que tuvimos en los comienzos, quedando un escenario dividido y
sin dominador claro. Hubo un intenso intercambio de golpes hasta el
descanso, sn arriesgar demasiado ninguno de los dos. El Bayern lo
intentaba por la izquierda, con un hiperactivo Ribery, sufriendo mucho
Arbeloa para frenarlo. Nosotros nos encomendábamos a Cristiano, Di María
y Benzema, y sus rápidas transiciones. Aunque hubo algunos disparos,
ninguno representó un peligro real para cualquiera de las porterías. El
entretiempo llegaba con la sensación de que el Madrid podía marcar en
cualquier jugada, sí, pero que estaba lejos de darle control ni
continuidad al juego. Nos habíamos vuelto a partir.
V) El gol. La segunda parte empezó con parecido
ritmo, con ambos equipos repartiendo sus llegadas con cierta equidad.
Pero en una de esas llegadas aprovechamos nuestra oportunidad para
marcar un gol importantísimo. En un ataque centelleante, Ronaldo se
quedó solo delante de Neuer, quien rechazó su lanzamiento, pero gracias a
sus compañeros -sobre todo Benzema- el portugués recuperó la bola y
desde la misma línea de fondo asistió a Özil para que la empujara. Un
gol muy bien trabajado, en una larga jugada de ataque que premiaba la
insistencia de los madridistas. Cambiaba así la cara de la eliminatoria,
ya que además de marcar fuera habíamos demostrado que necesitábamos
poco para conseguir hacer daño en ataque. Quizá era el momento de
rematar la faena buscando un segundo tanto, pero irónicamente el gol nos
sumió en la espiral conformista que acabaría propiciando nuestra
derrota.
VI) Agobio. El Bayern comprendió que estaba fuera si
no se iba con todo arriba, y el Madrid tenía la ocasión perfecta para
matar a la contra. Pero esto no sucedió, principalmente porque los
jugadores tuvieron el habitual bajón físico, y en este caso los cambios
(Marcelo-Özil, Granero-Di María) no tuvieron la eficacia deseada,
planteando la idoneidad de los mismos. Lo cierto es que llegué a
preguntarme si el Madrid no estaba poniendo el freno de mano y pensando
ya en el partido del sábado. La situación era simple, no conseguíamos
hilvanar dos pases seguidos, perdíamos posesiones alegremente, y en
consecuencia, los contrataques nos quedaban vedados. De este modo, los
de Heynckes acumulaba elementos en ataque, y nuestra defensa achicaba
como podía. Fue en este tramo de 20 minutos cuando pasamos los momentos
más difíciles, teniendo Gómez dos ocasiones clamorosas que no suele
perdonar un delantero de su valía, una de ellas tras un desastroso
despeje de Ramos.
VII) Mazazo final. El hecho es que, con los apuros
pertinentes, logramos aguantar los momentos de agobio, más por
desacierto bávaro que por méritos propios, dándose ya el empate por
hecho. Pero llegó el último minuto, y una jugada desgraciada traería el
2-1. Tratemos de explicarla: pese a haber reforzado la banda izquierda
defensiva, Coentrao, que había hecho un magnífico trabajo anulando a
Robben, se encontró con un dos contra uno sin ayudas. No pretendiendo
disculpar al portugués, que se fue al suelo precipitadamente, resulta
bastante extraño que Lahm tuviera un pasillo tan enorme para marcharse
sin oposición y centrar raso para la llegada de Mario Gómez, quien a la
tercera no perdonó. También redundaré en el hecho de que Casillas no
domina su área chica, y por lo tanto pretender que lo hiciera en esta
última jugada era mucho pedir. Al final, Marcelo casi hace que le
expulsen, con una imprudente entrada por detrás producto de la
frustración. La suplencia y la derrota le debieron nublar la cabeza,
pero un profesional tiene que estar más concentrado y saber que una
estupidez de ese calibre puede costar carísima. Felizmente la cosa quedó
en amarilla, pero no siempre tendrá esa suerte.
VIII) Conclusiones. El hecho de ser la primera
derrota de Mou como visitante en Europa con el Madrid, la primera
derrota absoluta desde enero y la primera fuera de casa desde septiembre
(!) no debe esconder nuestros problemas: físicos (el equipo se parte,
con las consiguientes lagunas en el centro del campo), futbolísticos
(mala toma de decisiones individuales y colectivas, sobre todo cuando
estamos en ventaja) y quizá también psicológicos (pavor a los balones
parados y a los últimos minutos de los partidos). Con todo y con eso, el
resultado no es malo y hoy se ha demostrado que el equipo alemán está
perfectamente a nuestro alcance. Pero hay mucho que corregir. Estando el
Camp Nou y el partido de vuelta tan cerca la labor a este respecto ha
de ser intensa. Confiemos.
Por Civ; Civ edita el siguiente blog: El cuarto tiempo.
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